Sacar un préstamo personal para emprender es, sin duda, una iniciativa valiente. Significa que estás apostando por ti, por tus ideas y por tu capacidad de convertir una visión en una realidad. Pero también, tengo que serte 100% franca: esta decisión puede ser una receta para el estrés financiero si no lo haces con cabeza fría.
Así que hoy te cuento la verdad sin adornos: ¿vale la pena endeudarte para emprender o es mejor pensarlo dos veces antes de contratar el crédito?
La deuda no es mala, pero tampoco es mágica
Lo primero que me gustaría decirte es que adquirir deuda para un negocio no es, en sí misma, una mala idea. De hecho, en el mundo empresarial es bastante común apalancarse —es decir, utilizar financiamiento externo— para hacer crecer una empresa o arrancar un proyecto. Pero hay una diferencia enorme entre un crédito bien calculado y un préstamo que solo alimenta una ilusión sin fundamentos.
En términos simples, un préstamo puede ser redituable si tu negocio genera más que lo que te cuesta la deuda. Por ejemplo, si el banco te presta a una tasa del 30% anual, pero tu negocio te deja un 50% de ganancia sobre la inversión, vas ganando. El problema es que, en la práctica, eso casi nunca pasa al principio.
¿Por qué? Porque la mayoría de los negocios nuevos no generan grandes ganancias en sus primeros meses. Es más, muchos apenas logran cubrir sus costos de operación durante el primer año.
¿Por qué los préstamos personales son especialmente complicados?
Aquí es donde la historia se pone interesante. Si bien existen diferentes tipos de financiamiento, el préstamo personal suele ser el más accesible para quien apenas va empezando y no tiene historial como empresa. Lo puedes sacar en línea, en el banco, o incluso desde una app, sin necesidad de justificar para qué lo usarás. Pero esa misma accesibilidad es lo que lo hace peligroso.
Los préstamos personales en México suelen tener tasas de interés muy altas: hablamos de entre un 30% y un 70% anual, dependiendo de la institución y tu perfil crediticio. Esto significa que, para que ese préstamo valga la pena, tu negocio debe dar ganancias altísimas. Y eso, siendo realistas, es poco común para el arranque de cualquier negocio.
Además, este tipo de crédito tiene un problema extra: empieza a cobrarse desde el día uno, sin importar si tu negocio ya arrancó, si vendiste o si estás apenas probando tu idea. Y si por alguna razón el negocio no despega tan rápido como esperabas, ¿de dónde crees que saldrá el dinero para pagar el préstamo? Sí: de tu quincena, tus ahorros o, peor aún, de otro crédito.
Las preguntas que debes responder antes de endeudarte
Antes de firmar cualquier contrato, haz una pausa y respóndete con brutal honestidad estas tres preguntas:
- ¿Tu negocio ya tiene un plan claro de ingresos?
No estamos hablando de sueños, sino de proyecciones realistas. ¿Ya sabes quién te va a comprar, cuánto va a pagar, y cada cuándo?
- ¿Sabes cuánto dinero vas a necesitar exactamente?
Nada de pedir “por si acaso”. Saber cuánto necesitas para arrancar y operar es clave para no sobregirarte ni quedarte corto de efectivo.
- ¿Puedes pagar el préstamo aunque el negocio no funcione como esperabas?
Porque, aunque no nos guste pensarlo, hay un riesgo real de que el negocio no genere lo suficiente al principio.
Si alguna de estas preguntas te deja pensando o tu respuesta es “mmm no sé…”, ten cuidado. Puedes terminar pagando un préstamo con tu salario, lo que puede poner en riesgo tus finanzas personales, tu tranquilidad y hasta tu motivación.
¿Qué otras opciones tienes?
Que los préstamos personales no sean la mejor alternativa para emprender no significa que no puedas financiar tu negocio de otras formas. Aquí algunas rutas más sostenibles:
- Empieza en pequeño y escala con tus ventas: Esta es la forma más orgánica —y menos estresante— de crecer. Tal vez no comiences con todo lo que soñaste, pero reduces el riesgo y validas tu idea en el mundo real.
- Busca fondos o apoyos para emprendedores: Aunque el INADEM ya no opera como antes, hay otros programas locales, incubadoras, universidades o incluso concursos que dan capital semilla o acceso a financiamiento a bajo costo. Considéralos para adquirir capital antes de endeudarte.
- Consigue un socio estratégico: Puedes aliarte con alguien que no solo ponga dinero, sino que también complemente tus habilidades. Eso sí, elige con cuidado y deja todo por escrito.
- Utiliza tus ahorros, pero con estrategia: Si tienes un fondo destinado para emprender, úsalo inteligentemente. Haz pruebas, prototipos, valida en pequeño antes de irte con todo.
En conclusión, emprender con deuda es posible. De hecho, muchas empresas grandes comenzaron con financiamiento a crédito. Pero también es cierto que emprender con un préstamo personal puede ser riesgoso si no tienes un plan sólido, una idea ya probada o ingresos estables para respaldarte.
No se trata de desanimarte, sino de ayudarte a tomar decisiones más conscientes. Si vas a apostar por ti, hazlo con los pies bien puestos en la tierra. Calcula, planea, cuestiona y, si hace falta, espera un poco más. Porque cuando emprendes sin el peso de una deuda sobre los hombros, tu energía se enfoca en crecer, no en sobrevivir.
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